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John William Godward... 💫

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 🧚‍♀️ John William Godward, The Tease  (1901)

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Yo tenía doce años; dieciséis ella al menos... 💫

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Yo tenía doce años; dieciséis ella al menos. Alguien que era mayor cuando yo era pequeño. Al caer de la tarde, para hablarle a mis anchas, esperaba el momento en que se iba su madre; luego con una silla me acercaba a su silla, al caer de la tarde, para hablarle a mis anchas. ¡Cuánta flor la de aquellas primaveras marchitas, cuánta hoguera sin fuego, cuánta tumba cerrada! ¿Quién se acuerda de aquellos corazones de antaño? ¿Quién se acuerda de rosas florecidas ayer? Yo sé que ella me amaba. Yo la amaba también. Fuimos dos niños puros, dos perfumes, dos luces. Ángel, hada y princesa la hizo Dios. Dado que era ya persona mayor, yo le hacía preguntas de manera incesante por el solo placer de decirle: ¿Por qué? Y recuerdo que a veces, temerosa, evitaba mi mirada pletórica de mis sueños, y entonces se quedaba abstraída. Yo quería lucir mi saber infantil, la pelota, mis juegos y mis ágiles trompos; me sentía orgulloso de aprender mi latín; le enseñaba mi Fedro, mi Virgilio, la vida era un reto

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Joven, te ofrezco el don de esta copa de plata… 💫

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Joven, te ofrezco el don de esta copa de plata para que un día puedas colmar la sed ardiente, la sed que con su fuego más que la muerte mata. Mas debes abrevarte tan solo en una fuente, otra agua que la suya tendrá que serte ingrata, busca su oculto origen en la gruta viviente donde la interna música de su cristal desata, junto al árbol que llora y la roca que siente. Guíete el misterioso eco de su murmullo, asciende por los riscos ásperos del orgullo, baja por la constancia y desciende al abismo cuya entrada sombría guardan siete panteras: son los Siete Pecados las siete bestias fieras. Llena la copa y bebe: la fuente está en ti mismo. 🧚‍♀️ Rubén Darío John William Waterhouse, Circe Offering the Cup to Ulysses . Detalle   (1891)

Pronto...

     <<Pronto advertí que cuando era libre no había vivido de la mejor manera posible, que había malgastado mis días, que tenía de qué arrepentirme… Sin ir más lejos, me  acordaba de que algunas comidas no me gustaban, no las comía o solo lo hacía a  medias, simplemente porque no eran de mi agrado; eso me pareció una falta  incomprensible e imperdonable.  (...) Había también cosas de mi vida previa que me ponían nervioso o que, por ridículo que parezca, me daban miedo: ciertas asignaturas en el colegio, los profesores que las enseñaban, los exámenes y sus resultados, el comportamiento de mi padre al enterarse de las notas; me acordaba de esos temores y me divertía. (...) me imaginaba un día malo: madrugar, ir a la escuela y agobiarme, comer mal… y al imaginarme todo eso, enmendaba todas aquellas posibilidades malgastadas y fallidas o, simplemente, inadvertidas. Lo había oído decir, y ahora también puedo dar fe de ello: es verdad que las paredes de la cárcel no pueden poner límite

Cantos nuevos 💫

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Dice la tarde: “¡Tengo sed de sombra!” Dice la luna: “¡Yo, sed de luceros!” La fuente cristalina pide labios y suspira el viento. Yo tengo sed de aromas y de risas, sed de cantares nuevos sin lunas y sin lirios, y sin amores muertos. Un cantar de mañana que estremezca a los remansos quietos del porvenir. Y llene de esperanza sus ondas y sus cienos. Un cantar luminoso y reposado pleno de pensamiento, virginal de tristeza y de angustias y virginal de ensueños. Cantar sin carne lírica que llene de risas el silencio (una bandada de palomas ciegas lanzadas al misterio). Cantar que vaya al alma de las cosas y al alma de los vientos y que descanse al fin en la alegría del corazón eterno. 🧚‍♀️ Federico García Lorca Lawrence Alma-Tadema, A Coign for Vantage  (1895)

La cautiva

Ya el sol esconde sus rayos, el mundo en sombras se vela, el ave a su nido vuela. Busca asilo el trovador. Todo calla: en pobre cama duerme el pastor venturoso: en su lecho suntüoso se agita insomme el señor. Se agita; mas ¡ay! reposa al fin en su patrio suelo; no llora en mísero duelo la libertad que perdió. Los campos ve que a su infancia horas dieron de contento, su oído halaga el acento del país donde nació. No gime ilustre cautivo entre doradas cadenas, que si bien de encanto llenas, al cabo cadenas son. Si acaso, triste lamenta, en torno ve a sus amigos, que, de su pena testigos, consuelan su corazón. La arrogante erguida palma que en el desierto florece, al viajero sombra ofrece, descanso y grato manjar. Y, aunque sola, allí es querida del árabe errante y fiero, que siempre va placentero a su sombra a reposar. Mas ¡ay triste! yo cautiva, huérfana y sola suspiro, el clima extraño respiro, y amo a un extraño también. No hallan mis ojos mi patria; humo han sido mis amores; nadie ca