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Mostrando entradas de febrero, 2015

Para escribir

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Iliá Repin, Retrato de León Tolstói en su estudio Para escribir solo papel , lápiz y ganas. Una silla y una mesa desierta o atiborrada de folios, de libros, de ideas… Para escribir. Eso dicen los que saben.   La punta del lápiz bien afilada . El teclado del ordenador dispuesto.          Que nada te interrumpa . Que si eso sucede el caudal de agua invisible que corre por tu cabeza se cortará. Y entonces vendrá de nuevo la espera…         Si no supieras de qué modo empezar,   siéntate   de todas formas. Levanta un momento la vista del cuaderno   y mira hacia la ventana . Ella da a ese mundo del que a veces huyes. Ella… Te traerá el ruido de los coches . Las voces de los niños. El canto de los pájaros. Por gris que sea la tarde y seco se halle el río de tu mente . Mira .   Escucha .   Escribe   ♡

Linda Lisboa...

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      Si pienso en ella la veo amarillita . Con los pies mojados por el agua del Tajo, con el sol cayendo a chorros por sus calles marcadas de raíles. Tiene cicatrices , Lisboa . Sus cicatrices tienen forma de raíles. Y son hermosas, muy hermosas. Por ellas circulan los tranvías : rojos, amarillos, marrones, verdes… Bajan y suben. Bajan y suben. Acariciando su piel marcada . Como hormiguitas rápidas, coloreadas, que conducen al visitante hasta el lugar en el que un día estuvo la casita de San Antonio de Padua : frente a la catedral, en el corazón de la Alfama … el Santo Antonio querido. Luego el castelo de San Jorge . Un poco más arriba. A dos minutos a pie. Entre tiendas de recuerdos. Cantos callejeros. El castelo custodia la ciudad con ojos avisados -siempre abiertos, siempre expectantes- mientras Lisboa , risueña y despeinada, se deja mecer a orillas de un Tajo irreconocible junto a ella por lo soberbio . El Tajo parece feliz de morir en Lisboa . L

Del anciano Polonio a su hijo Laertes

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     Hojeando mi cuadernito de notas…            << (…) procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos. No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debes ser afable, pero no vulgar en el trato. Une a tu alma, con vínculos de acero, los amigos que adoptaste después de examinada su conducta, pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas, pero una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás, pero reserva tu propia opinión. Sea tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan, pero no afectado en su hechura; rico, no extravagante; porque el traje dice por lo común quién es el sujeto (…). Procura no dar ni pedir prestado a nadie; porque el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el que se acostumbra a pedir prestado falta